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DOCTRINA

La doctrina fundamental para la Iglesia Católica se encuentra en el Credo, que recoge las fórmulas de fe elaboradas en los primeros concilios de la historia.

 

Una característica sobresaliente y genuina para distinguir a los católicos de los demás grupos cristianos es su aceptación de todos los Concilios Ecuménicos de la historia (desde el Concilio de Nicea I hasta el Concilio Vaticano II).

 

La noción de Revelación es central en la doctrina católica, porque bajo tal término se incluyen dos fuentes inseparables entre sí: la Sagrada Escritura y la Tradición. También es notable la posición que ocupa el obispo de Roma. Este recibe el título de Papa y se le considera no sólo obispo de su diócesis sino que el Obispo de la Iglesia Católica, es decir, Pastor y Doctor de todos los cristianos debido a que es considerado el sucesor de San Pedro. Su elección ha ido variando a lo largo de la historia; desde el siglo XI es elegido por el colegio cardenalicio en el cónclave. 

 

El Papa goza en la Iglesia católica de un estatus de jerarquía suprema, poseyendo el primado sobre todos los demás obispos y la plenitud de la potestad de régimen (como se denomina en la Iglesia católica al poder legislativo, ejecutivo y judicial), la cual puede ejercer de forma universal, inmediata y suprema sobre todos y cada uno de los pastores y de los fieles católicos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otras partes de la doctrina católica, sobresalientes y distintivas en relación al resto de los cristianos, son la creencia en el Dogma de la Inmaculada Concepción, y en la Asunción de María, madre de Jesús, así como la fe en la autoridad espiritual efectiva de la Iglesia Católica para perdonar pecados y remitir las penas temporales debidas por ellos, mediante el Sacramento de la Penitencia y las indulgencias.

 

Otro dogma sobresaliente en la Iglesia católica es la creencia en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, en que mediante el cambio que es llamado transubstanciación el pan y el vino presentados en el Altar se transforman en el cuerpo y en la sangre de Cristo.

 

 

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